jueves, 28 de agosto de 2008
El mismo asquero sentimiento se combina hoy, con otro peor. No puedo llegar a disfrutar del ayer, lleno de alegría, de felicitaciones, y al fin, aun sólo una vez ... de orgullo. Hoy, precisamente hoy, un gesto puede más que diez mil palabras, y no importa de quien venga, cae de todas formas como una bomba átomica, destruyendo todo a su paso.Hoy, que necesito que se arregle una situación que por culpa de terceros, me tiene involucrada y no sólo me perjudica sino que también... me pone mal. Hoy ese gesto, esa cara, esa falta de profesionalismo, pero sobre todo de sentido común, me afectó. "No dejes que te afecte" algunos aconsejan. Sí, como si se pudiera apagar el fuego con las manos. Hay cosas que son inevitables, como el fin ¿no?. Todo términa y aunque quisiera seguir de por vida con mis propias convicciones, hay fuertes vientos y demasiadas probabilidades, que la tormenta me tome por sorpresa y yo me valla junto a ella para dejar a lugar a que el sol brille. Claro, si es que alguien le da a lugar.
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